miércoles, 7 de noviembre de 2012

corran

la noche relampaguea dentro de tu máscara

Dos, tres, el nagual, que es uno, que son tres, que son todos, pero principalmente uno, a la observación del ensueño: quizás sean dos. Pero alma ondulante como médano enseñando a las fibras de algodón la acción de desprenderse. Sobre el camino del peregrinaje esa misma alma multiplicando su quehacer nativo: honrar al Dios del día y de la noche, honrar al Dios de la Tierra. Sin más que la necesaria sustancia conocedora de la creación, toda hebra sobre el firmamento procura despertar en el mismo repertorio, levitan o dibujan la circunsferencia del caracol. El nagual hace de la pronunciación de cada sílaba un acto de reverencia, que se vislumbra como caricia o se siente en forma de briza debatiéndose entre dulce o mártir oriundo . La siempre fiel observadora que soy ahora está a merced de la emoción y mi cilindro oscila entre este prologo en forma de meditación y un reconocimiento como menester de mi entorno. Atesoro el deber que me impulsa a: abrir los párpados, dilatando mis pupilas a modo de activar mudras. Descansa mi nudo girado cuatro veces sobre su eje en las notas de la ante penúltima canción mientras hilvano con Larita un proceso incoherente que se desadormece en mi segundo paraje.

Larita dice: que esto es así, es cómplice, le es tan fácil ser cómplice. La ciudad erige podios, la noche bases para mirarlo todo desde arriba. Nos sentamos en ese arriba donde nadie nos ve. Un espejismo y un fantasma que es y no es, multiplicidad envuelta en una cortina lúdica y blanca. Entre el vapor y el movimiento, sí, jugamos a entrar y salir de esa cortina; a girar y arrollarnos, sí, como un arrollado, enrollarnos en ese circulo espectral creado por humanos urgentes. Hacia otro hábitat insistió en una pulga, que se había instalado en ella la tarde anterior, recorriendo su cuerpo para dejarse.

Al igual que la pulga, siempre tenemos un lugar que habitar y dejarnos, arnos (senta, para, emborracha, mirar, pensa, escribi, baila -rnos). A Larita le encanta ese habitar que nunca contradice el momento del punto fuga. Habitar en transición, habitar en -arnos -ernos -irnos.

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