martes, 16 de octubre de 2012

espejo, pensamiento, juego, evasión y riqueza

No me acuerdo de la luna
No me acuerdo de la temperatura
que rozaba mi piel.
Era tan cambiante que ninguna noche como esa, repetida hasta el infinito, me importó llevar una remera que se ataba a mi cuello verde hierba:

tiernas e irreflexivas, el patio era adentro y adentro era el patio, frío y calor se mezclaban en un mismo momento en un mismo plano, físico y mental.

Había un brillo que invadía el ambiente de cuerpos enfilados,
desordenados y esparcidos
pero había cosas que brillaban más, como Sofía
como el agua o vidrio piel, de trece años
y ojos moneditas de oro, gitana de París, no cualquiera


Escalones, rampas y superficies
los recorríamos en primera y plena exploración
pedíamos un plural
a través de un lazo
a través de manos que ignoraban
pero que no dejaban de suponer, de querer, de buscar, de encontrar

pedíamos un plural
y no sé tampoco que más paso
fue algo evanescente como la estrella
esp
espect
espectr
especu
esp
cul
(que desaparece de día y vuelve a aparecer otra noche)

dame un plural


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